12/01/2006

El Tiempo

Ordas de vacas ojerizas suben las escaleras de orondos rascacielos. Buscan algun libro de memotecnia que digerir entre tantas pegatinas de fiestas mayores. Improbable es su hallazgo, mas no cejan en su empeño, abarrotando de heces peldaños y somieres. Mientras, el ojo del culo que todo lo ve, divisa, a lo lejos, locos escuadrones de dentistas borrachos. Colmillos afilados, como no, para degustar el rico manjar de piorreicos y orgullosos habitantes del Pais de las Páginas Amarillas. Las vacas, hartas de pastar informes, saltan al vacío desde las mas altas plantas, musitando y cantando, como quien no quiere la cosa, la canción de los estados contables.

- Qué maravilla!

Exclama el viejo panadero

En su breve caida, las ubres mecidas por un viento salvaje e inesperado, liberan la leche que mamaron todos los esquizofrénicos del distrito quinto

– Qué hedor!

Grita el droguero

– Los tanques se aproximan!

Chilla el arriero

– Su puta madre!

Masculla entre dientes el sastre

Dos columnas de tanques se unen a los dentistas. Son los palanganeros de las más reputadas casas de putas de la ciudad. Avanzan lentamente, lanzando toallas mojadas y pequeños frascos de la fragancia mas fresca que pudieron encontrar en sus puestos de trabajo. Anhelan conquistar la colina de la “Jartá de Pringá”, reducto de los coleccionistas de fracasos. Creen que conquistándola, por fin podrán verle las bragas a la gran putaza de falda roja y senos-pera que se pasea, a dos cuadras de la colina, incansable, por el acueducto de la Ciudad Meridiana.

– No será tarea fácil!

Se le oye decir al viejo vendedor de cupones

– Perra vieja! Con esos tacones y ese culo pantagruélico!

Apunta el filósofo

Los viejos bebedores de cerveza, por una vez, se unen a los eternos bebedores de cerveza. Suman fuerzas y vapores etílicos de baja graduación en el acto heroico (y muy interesado) de desnudar al tiempo para, rememorando escenas de patio de colegio bravo, “hacerle la vaca”.

– Hijos de puta!

Se revuelve el tiempo

– Vais a morir! Vais a morir!

Brama el tiempo con total seguridad

De entre el coro de barrigas cerveceras surge la voz de uno de ellos, la voz de un bebedor que hasta ese momento no había mostrado demasiado interes en la trifulca. Es una voz calma y firme, en contraste con los ojos, ahora teñidos de rojo, y una mueca desencajada. Del epicentro de sus entrañas se libera toda la tensión:

– Tú a mí no me vas a joder!

Lanzando un terrible zurriagazo de rama de Sauce Llorón de Parque de la Guineueta, mortal de necesidad, hace añicos la enorme verga del tiempo.

– Tú a mí no me vas joder!

Repite cerrando los puños


Alquerías del Niño Perdido, a 28 de septiembre de 2006.


El Dolor es inevitable, el sufrimiento es una elección
Guillermo Arriaga (La Vanguardia, 28 de septiembre de 2006)

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