5/20/2006

Apuntes

Sirenas recordando pensamientos de calles mojadas por el sol borracho
Camas vacias
Manos ansiosas por poder caminar
sin descanso ni reglas


Combinación de seres imaginarios surgidos del interior de la alfombra de los sueños del sr. Ernesto Schmell.


Cicatriz de octogenario malhumorado en contacto con anchoa diarreítica de capitán de marina mercante. El otro ser: Pilar Hernández Jiménez.


Y parecia que iba a hacer mucho frio, y parecia que iba a ser un dia triste pero finalmente todo desembocó en una mierda. Mierda de verdad, como nunca la había visto nadie. Un escrito-rastrillo que cercenaba tu olla y te malmetía en tu rincón. Eso és, eso és. Y si no te veo, me da penita, y si te veo, no puedo hablarte y más penita me da. Que te quiera como yo. Un flamenco como yo. Que te quiera como yo.


El circo de los romanos ha venido a la ciudad. Han traido sus leones, medio adormilados, tras un largo camino a través de la historia de la ignominia humana. Machetes, vientres, leones. Me han avisado mis amigos búhos de tu llegada. Pronto iré a verte, si me lo permite la niebla, a tu vientre, y si me dejas tocaré tus venas, como cuerda de guitarra, para cantarte las bulerías de la no-palabra. Y tú callaras para siempre y yo hablaré eternamente, pero solo de pena.


Mientras durara mi intoxicación etílica sentimental. Después me sacaría los ojos y los depositaría en los hombros de otro músico palabrista. Colecciono palabras momentáneas (vagas, sencillas, hipócritas, divertidas, miedosas)


... ofreciéndoles la frialdad de tus senos para que lloren mi desapego...


No me compadezco de nadie, y menos de los arrítmicos desequilibrados que son incapaces de mantener una conversación musical. Para todos aquellos que son incapaces de crear palabras sensatas les deseo una despiadada locura circular. Que busquen, que busquen dentro de su alma acantilada y tortuosa, que busquen mientras yo me regocijo con sus palabras balbuceantes de pura timidez. Dejaré que creen e imaginen, sé que es lo único que saben hacer, hasta que se encuentren sólos con su inevitable locura sorbiéndoles la poca consciencia con la que viven.


Dando golpes
a la sierra mágica de tu coño
la música escupía pequeños tapetes de gancho.
Tú decías que nunca me olvidarías
y yo recitaba poemas con aromas de anís del mono.
Dando golpes, dando golpes


El equilibrio de los cojones del gigante verde que habita en el ojo de tu culo. Maquíllate la cicatriz, vuélvete la piel y saca la flor de la chistera de tus ojos, desarrollándote como niño en la bruma de los corazones perdidos. Haz una sopa de cardos, quémate la boca y rasga tu garganta con la pólvora de una guerra perdida. Ve a recoger todo aquello que un día sumergiste en la corriente de su pelo.

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