5/20/2006

Racholas

Cuando las racholas te recuerdan constantemente que eres un fumador empedernido y que te dedicas a abrir y cerrar compuertas de embalses llenos de recuerdos. Según el calendario lunar y tu compañera sentimental te queda una vida, una vida con una cuchilla de afeitar en mitad de la barra de a cuarto del desayuno. Te puedes cortar la lengua. Puedes morir con la lengua rota, puedes vivir con la conciencia embalsamada con buenas palabras. Puedes correr, recurrir a buenos amigos, puedes correrte en infinidad de coños yermos, puedes fotografiar atardeceres en la autopista C-38, puedes descarrilar durante 20 segundos, puedes emborracharte hasta encontrar el sentido, puedes minimizar, puedes relativizar, puedes obviar, puedes, hasta incluso, olvidar.

Nadie sabe lo que quiere y, si lo sabe, donde dije “Diego”, digo que “y una mierda”. Sólo los embalsamadores saben lo que quieren: cuerpos. Los demás también: cuerpos. Unos vivos, y otros muertos.

Hoy está nublado, mañana no lo estará. Hoy te quiero, mañana, mañana ... ya te lo diré. En mi punto de libro aparece un tres de julio cualquiera. Tengo que llamar para renovar.

Ojos entornados y corazón abierto. Ojos llenos de vida, corazón con cierre por defunción. Sentir que estoy sintiendo: y la gente viviendo. Vaya disfunción.

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