5/20/2006

Legumbres

De cómo te hundes en un mar de legumbres podridas. Pasa el tiempo: una hora, dos horas, tres horas, cuatro horas y cruzas tus piernas como símbolo del advenimiento de un nuevo mártir. Mártir que no es otro que tu propio culo, venerado allende tus pensamientos. Me aferro a las rejillas de mi reloj y me como mis pensamientos aligerados con una pizca de nuez moscada. Bienaventurados los adinerados que no comparten su amargura de ser adinerados: la soga de sus riquezas pronto se ceñirá sobre sus cuellos y será entonces cuando todos los tuertos y jorobados, cojos, mancos y putas acaricien los atemorizados párpados de esos amargos egoístas. Están condenados a amar por encima de todas las cosas, a amarnos a todos una vez redimidos por el beso de la puta.

Queda una hora y tres cuartos para dejar de sentir lo que llevo sintiendo unos dos días. ¿No querías perder la cabeza? ¿no querías abrazarte a lo infinito? ¿no querías besar las sombras?. Resultado: mi cabeza está satelitelizando alrededor de un mundo desconocido, definitivamente desligada de mi mutilado cuerpo. Ya nunca más podré mirar a los ojos de la gente y tu seguirás jugando a ser la sombra de una maliciosa pompa de jabón que rehuye la yema de mi dedo.

Noto que las palabras huelen mal. Salen de unas tripas en estado de putrefacción: son eructos alfabetizados y aceptados como palabras ¿pero es que nadie se da cuenta de que huelen fatal?. Estamos dando con nuestras palabras un asqueroso olor a todo lo que nos envuelve. Ya no queda nadie que hable por las uñas, por los ojos o incluso por las rodillas. Estómagos ulcerados, intestinos lacerados, rectos horadados, hígados ahogados, páncreas idiotizados se convierten en creadores de nuestras palabras más cariñosas:

Me acerqué una mañana a lo triste de tus ojos
y allí habitaban 100.000 recuerdos de lana marrón
dispuestos a coserte un suéter
negro como el tizón
Me comí los barquillos de tu alma
y clavé mis uñas con jolgorio
en el centro de tu corazón
Ahora navego por tu caliente orín
y salto al abordaje de tu precipicio anal
y te contemplo entre bastidores

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