6/01/2005

Loros

"Como se sabe, son muchas las historias que se cuentan de los loros, la mayor parte de las cuales son muy sospechosas. Pero conozco una en la que parecía que el loro estaba haciendo algo más que repetir sonidos que se le habían enseñado."

"... es la historia de un papagayo gris africano que tenía un amigo mío en su casa de Atenas. Tenía un vocabulario amplísimo y sus propietarios estaban muy orgullosos de él. Esto pasaba en la época en que se solía "recibir", es decir, que una vez por semana todos los amigos de uno sabían que podían presentarse a tomar el té ; esto era hacia principios de sigl0. Un día de los que "recibían", la conversación empezó a girar en torno al loro y su vocabulario. Uno de los asistentes insistía en que el loro no sabía hablar en absoluto. Se limitaban a hacer ruidos ininteligibles, y sus orgullosos propietarios exclamaban inmediatamente: "¡Fíjate lo que ha dicho el loro! Ha dicho que esto y lo otro". Con la taza de té en una mano y un trozo de pastel en la otra, fue a la percha del loro y le dijo: "¿A que no sabes hablar, eh, Polly?". Ante lo cual el loro se lo quedó mirando un momento y después, con ese extraño aire de camaleón de los loros, fue bajando por la percha hasta llegar a su lado, echó la cabeza a un lado y le dijo con tonos claros e inconfundibles: "Bésame el culo". El efecto para el grupo fue de escándalo asombrado. El loro nunca había usado esa frase hasta entonces y, de hecho, nunca volvió a utilizarla, pero la había dicho con toda claridad, y eso no podía discutirlo nadie."


Gerald Durrell. Atrápame ese mono


Mi compadre Antonio se acordará de aquel loro cabrón que se asomaba a la esquina de enfrente del Mío Cid para gritar a nuestro paso: Gordo! Gordo! Gordo!

Vaya loro más cabrón.

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