Comba
A tí
La niña saltaba a la comba. Saltaba y saltaba. Descalza. El suelo lleno de diminutos cristales de diferentes colores que le herían sus pequeños pies. A cada salto, un cristal blanco, verde, o rojo (o negro) hacía brotar sangre de sus talones y con lentitud, ésta dibujaba palabras como decepción, rabia, amor y desilusión en el piso blanco de mármol. Y no se quejaba. Sangre, cristales, palabras, silencios ... se mezclaban en un potaje de rencores y anhelos que hervía y hervía y en su "chup-chup" se distinguían nuevas palabras como "desilupción" o "deceprabión".
A dos pasos de ella, el niño la observaba. Y callaba. La había estado esperando, solo, horas y horas en el patio de los pacientes. Había estado esperando muchas horas.
La niña saltaba a la comba. Saltaba y saltaba. Descalza. El suelo lleno de diminutos cristales de diferentes colores que le herían sus pequeños pies. A cada salto, un cristal blanco, verde, o rojo (o negro) hacía brotar sangre de sus talones y con lentitud, ésta dibujaba palabras como decepción, rabia, amor y desilusión en el piso blanco de mármol. Y no se quejaba. Sangre, cristales, palabras, silencios ... se mezclaban en un potaje de rencores y anhelos que hervía y hervía y en su "chup-chup" se distinguían nuevas palabras como "desilupción" o "deceprabión".
A dos pasos de ella, el niño la observaba. Y callaba. La había estado esperando, solo, horas y horas en el patio de los pacientes. Había estado esperando muchas horas.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio